sábado, 25 de septiembre de 2010

ciento ochenta grados

ARDN automobili

Muy de vez en cuando recitaba en voz baja sus pensamientos más profundos. Lo hacía cuando pensaba que yo menos atención prestaba, y en realidad era todo lo contrario y me esforzaba en entornar los ojos cuando más abiertos quería tenerlos. Yo disimulaba moviendo las pupilas y haciendo algo parecido a cuando uno está en ese trance somnoliento. Y ella, creyendo que estaba pensando en voz alta, me contaba sin querer sus deseos estrafalarios y sus miedos. Fíjate si tenía miedos que en tantas horas de madrugada nunca llegó a repetir ninguno. Pero lo de los miedos de Marce es punto y aparte.
Lo que a mí me gustaba era escucharla soñar en tan pocos decibelios mientras se manoseaba el pelo. Más de una vez la abracé haciéndome el dormido y la pude ver haciendo trayectorias de 180º con los ojos. 180º es el ángulo de los ojos de la gente que imagina, que crea, que ilusiona. Usan ese movimiento, seguramente por algún rollo raro de esos de psicología o neurología, alomejor están tan abstraídos de la realidad en esos momentos que lo que ven durante ese movimiento es como una imagen panorámica de su sueño, y la recorren de punta a punta como quien abrillanta su trofeo más preciado.
Lo que me dijo una noche fue que ella montaría un museo de sofás, exposiciones perennes de los más cómodos, para descansar y disfrutar.
Y ahora que estaba tan a gusto en mi cama me he dado cuenta de que pagaría por ir a una de esas exposiciones, pero ya no sé en qué cama estará soñando ella ahora ni si se acordará de su museo de sofás.


Candeu


martes, 7 de septiembre de 2010

dedicado

Mercao en La Habana

El deseo puede ser dos cosas: el recuerdo de lo que fuimos y reconocemos en otro, o la prefiguración o resonancia de nuestro porvenir. Porque no olvidemos que somos muchas cosas afines y contradictorias , pero sobre todo, somos tiempo y deseo.



john j. junieles


miércoles, 1 de septiembre de 2010

Dice Diamond

Aquellas piernas

- Me dijo, " me llevo a todo el mundo a mi terreno y me lo imagino como una pista donde correr los cien metros lisos, como una tarde de esas en las que no tienes reloj y sí buena compañía,
cualquier pretexto se convierte en excusa, y cualquier excusa en cometido.
Te llevarás diferente impresión según la profundidad en la que me toques, como todos, espero.
Soy un castillo de arena, ¿entiendes? Como cuando coges la jarra del agua pensando que está llena y no, está vacía, y entonces te das con la mano en la frente, porque empleaste mucha fuerza. Pero en el buen sentido.
En el fondo es todo parafernalia, un teatro, una invención, un juego. Una filosofía.
Dice Diamond que en ocasiones el disfrute del camino puede sobrepasar el placer de la llegada.
Pues eso soy yo, la excusa para no llegar nunca.", aunque puede que no con esas palabras.


Victoria Candeau