Recorrió su frente de más de dos dedos, bajó por la escarpada nariz, rozó sus gruesos labios, húmedos.
Acarició los dos picos de su clavícula, su canalillo, y paró en su ombligo. Sopló, y oyó su risa.
Sus sobresalientes caderas,sus suaves muslos, aquel tatuaje en su tobillo...
Cruzó el altísimo puente de su pie, y se acabó.
Todas sus novias tenían los pies pequeños.
Mme Parafflup.
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