domingo, 29 de marzo de 2009

Ciento diecinueve

Sólo nos quedan aquellas gotas que, por fortuna o por desgracia, caen sobre un cristal. Y entonces de dejan resbalar, se dejan mirar por todos aquellos enamorados que pasan los días de llantos mirando por la ventana, admirando, queriendo. En esos momentos las gotas dan un gran suspiro, - que sólo ellas oyen- y dicen “hagámoslo lo mejor posible”,así que se ponen en la posición idónea para poder resbalar con gracia,y hacer recorridos lo menos rectos posible. Se resbalan, y se resbalan con gracia, se unen unas con otras para coger velocidad, o se quedan solas, si les apetece, para resbalar a su ritmo, muy lentamente.
Es una gran antítesis lo que sufren estas pobres, caer tan rápido para alcanzar el nirvana tan lenta y pausadamente...es una gran antítesis que acaba en metáfora, en esos bailes que hacen en el cristal, esas poesías que nacen de quien mira caer la gota por el cristal.

Esos mundos que alcanzamos todos los que nos enamoramos de estas gotas y dejamos volar nuestra imaginación.




Mme parapluie


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1 comentario:

blo dijo...

ay! la lluvia que tanto ha inspirado a grandes poetas y grandes blogueras...

sin embargo creo, a mi parecer, que has omitido un detalle de las caprichosas gotas de agua: son sabias y dan su vida por hacer un segundo nuestra existencia más liviana; pero como nosotros son débiles y no pueden hacerlo solas, por lo que se unen entre ellas para animarse y completar su destino; ciertamente, nosotros tambien somos gotas de agua.

1beso :)