miércoles, 27 de mayo de 2009

Lo irreverente II

Olympia2008 091


- Estamos aquí, farsante, donde nos dejaste. ¿Acaso te mofas de nosotros?

Pé elevó una ceja sarcástica e hizo una mueca con los labios, a la vez que estiró lenta y perezosamente su brazo derecho en dirección a la mesilla de noche. Tentó su libreta de cuero y la cogió enérgicamente.
Mur-mu-llo. Esto es lo que se acrecentó con el último movimiento de Pé. Esta vez la magnitud era tal que aún poniendo todo su empeño Parapluff no podía distinguir ni una sola sílaba.

- Tengo mucho sueño. ¿qué ocurre?

Una vez más los gritos en masa se contuvieron, como se contiene la fuerza de un caballo por el tiro de las bridas del jinete, y se oyó claramente:

- Lo diremos en una frase: eres una embaucadora. Tú no escribes ni nada.Nos has creado sin razón, caprichosamente. Y nos has privado de nuestra condición de personajes: ¡Nos has privado de aventuras! Estamos aburridos hasta rozar la locura, hartos hasta pedir tu dimisión, adorada Mme.

El sonido de la última “e” rebotó en cada milímetro de la estancia de nuestra mujercita. Un silencio oscuro penetró (puede que por el resquicio de la ventana) y entró velozmente como un vendaval que todo lo tira. Cubrió y tiñó cada esquina de la habitación; el silencio estridente y desasosegado heló a la pequeña parapluff. Esta, sintiendo el techo de su habitación caérsele encima, dejó la libreta resbalar de sus manos.
El ruido que produjo la libreta en contacto con el suelo rompió de golpe el silencio helado que había solidificado en la habitación, obligando a mini-madamme a parpadear, y produciendo la caída de una minúscula lágrima de Pé.

La muchedumbre, compadecida de su creadora, estaba totalmente calmada.


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