sábado, 25 de septiembre de 2010

ciento ochenta grados

ARDN automobili

Muy de vez en cuando recitaba en voz baja sus pensamientos más profundos. Lo hacía cuando pensaba que yo menos atención prestaba, y en realidad era todo lo contrario y me esforzaba en entornar los ojos cuando más abiertos quería tenerlos. Yo disimulaba moviendo las pupilas y haciendo algo parecido a cuando uno está en ese trance somnoliento. Y ella, creyendo que estaba pensando en voz alta, me contaba sin querer sus deseos estrafalarios y sus miedos. Fíjate si tenía miedos que en tantas horas de madrugada nunca llegó a repetir ninguno. Pero lo de los miedos de Marce es punto y aparte.
Lo que a mí me gustaba era escucharla soñar en tan pocos decibelios mientras se manoseaba el pelo. Más de una vez la abracé haciéndome el dormido y la pude ver haciendo trayectorias de 180º con los ojos. 180º es el ángulo de los ojos de la gente que imagina, que crea, que ilusiona. Usan ese movimiento, seguramente por algún rollo raro de esos de psicología o neurología, alomejor están tan abstraídos de la realidad en esos momentos que lo que ven durante ese movimiento es como una imagen panorámica de su sueño, y la recorren de punta a punta como quien abrillanta su trofeo más preciado.
Lo que me dijo una noche fue que ella montaría un museo de sofás, exposiciones perennes de los más cómodos, para descansar y disfrutar.
Y ahora que estaba tan a gusto en mi cama me he dado cuenta de que pagaría por ir a una de esas exposiciones, pero ya no sé en qué cama estará soñando ella ahora ni si se acordará de su museo de sofás.


Candeu


3 comentarios:

micarrucha dijo...

uyuyuy cómo estamos últimamente que hasta escribes (muy bien por cierto) de sofás y camas...

cocodrilo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
cocodrilo dijo...

Cuánto echaba de menos leerte, cuánto :)