jueves, 21 de octubre de 2010

Que por cierto,

Olympia2008 114

Me tropecé porque soy muy torpe y fui a parar a la ventana, con la mala suerte de que de pronto me hice como de polvo, atravesé los barrotes y caí. Juraría que no había más de tres metros entre mi ventana y el patio, pero de repente me vi bajando más de veinte pisos y cayendo directa hacia el mar. A mí me habían contado que si bajabas en caída libre tantos metros, antes de morir por el golpe, morías por un ataque al corazón, pero debe ser leyenda urbana porque averigüé lo fría que estaba el agua. Estuve esperando con inquietud ese momento en el que respiras y dejas que entre todo el agua a tus pulmones, que según las malas lenguas es similar a un buen colocón, pero podría haber estado esperando eternamente. Y yo nunca he tenido una eternidad para esperar. Por eso no soy paciente. El caso es que llegué a tocar el fondo, el del mar, y como si fuera de arenas movedizas me empezó a succionar hacia adentro. Todo esto está oscuro. Creo que no puedo bajar más, ni entrar más. Estoy aquí en el centro de la tierra, que por cierto, ¿no debería estar ardiendo? Tengo un frío que me muero.


Hiperbreves
La servilleta editorial