sábado, 23 de enero de 2010

Blanco

El espejo en el espejo


Cada vez que lo miraba, varias veces al día, cerraba los ojos con pesadumbre, dejaba salir el aire residual de mis pulmones y giraba un poco la cabeza.
En contra de mi voluntad, y por mi culpa, me ataba con unas pesadas cadenas invisibles al piso del mejor sótano. Bien a ras del suelo.
Sentía su mirada en mi nuca, pesándome como una montaña de plomo; su prepotente pestañear, que se atrevía a susurrarme en los oídos.
Al roce de mi espalda con su aliento me sentía arder en llamas, para quedarme luego tan gélida, tan extraña.

Se cansó de causarme estupor y trabajó escrupulosamente hasta que consiguió asustarme, su perfecta personalidad...

Fue por ello por lo que me atreví a coger el lápiz y mancharlo todo contándolo.

Sólo hay algo peor que quedarse vacío para llenarse de racionalidad,
y es ser consciente de ello.



_Madamme folios en blanco






1 comentario:

kamikaze. dijo...

G
u
a
u




Cómo te echo de menos.