viernes, 12 de febrero de 2010

Funambulista

La Puerta.


Durante el delicado y exquisito recorrido que hizo su pie derecho camino de adelantar al izquierdo, con la punta de los dedos totalmente estirada, giró la cabeza y miró hacia abajo, buscando su mirada, o sus miradas. Pero no las encontró. Aquel recorrido del que todos disfrutaban se le hizo eterno, y estaba aún más preocupada de encontrar una mirada que le respondiese que de su propia integridad.
Apoyó ese paso y oyó los aplausos, los suspiros. Tanto le molestó, que sin darse apenas un respiro, comenzó a adelantar el pie izquierdo de forma análoga a como lo había hecho el anterior. Miró de nuevo hacia abajo, y siguió sin encontrarles. Veía miles de ojos, todos desconocidos, avariciosos, impersonales y extraños a partes iguales.
Aplausos y miradas se fueron sucediendo, y cada vez le costaba más mantener sus brazos en cruz. Próxima al final, intercambió las miradas por pensamientos, y pudo escuchar en sus adentros a todos ellos diciéndole que no la miraban porque sabían que estaba haciendo pucheros.

El hombre bala sabe que siempre cae de pie. El lanzador de cuchillos tiene la certeza que si pellizca a su ayudante, ésta nunca se quejará. El forzudo no se siente mal si un día no tiene fuerzas y levanta menos peso.
Pero ella,...pero ella da igual las cuerdas que cruce que siempre pensará en los metros bajo sus pies, en si cae, y en si hay vida después de la caída.
Desde un primer momento supo que ser mujer barbuda era mucho más sencillo, pero también desde un primer momento se declaró enamorada de la palabra funambulista.

Caerá. Es ley de vida.



Madamme con mucho sueño




2 comentarios:

perro bizco dijo...

aparcaré debajo mi caravana, con una ventana en el techo, y justo debajo un colchón. Cae cuando quieras.

cocodrilo dijo...

Mi mirada respondería a la suya, caso de encontrarla