martes, 2 de marzo de 2010

Volver al Mendaur

Munich museum


Durante el movimiento de circunducción de sus ojos sólo se concentró en apretar aún más los labios.
Con una retroversión de su brazo, y algún que otro componente de pronación, tentó la aguja clavada en su espalda y la arrancó. Estiró los labios, enseñó los dientes, arrugó los ojos.
Dolía.
Una vez recuperada su expresión inicial, aproximó la susodicha aguja hasta poco más de cuatro centímetros de su escarpada nariz.
Puso bizcos los ojos y la observó con atención.
Después la dejó junto a las otras tropecientas agujas que se había ido arrancando por todo su cuerpo: espalda, piernas,brazos, barriga...ombligo.

Tenía el cogote lleno de despertadores a punto de sonar. Los relojes se habían atrincherado en su hueco poplíteo y no le daban ni un respiro. Se sentía como una olla a presión a punto de estallar.
Tenía trazado en las palmas de sus manos un mapa de isobaras que no anunciaba más que altas presiones (solo que esta vez el anticiclón no auguraba nada bueno), así que apretaba con fuerza los puños, para no verlo.

Entre tanta aguja de presión, temperatura, tiempo y demás, sólo piensa en el Mendaur.




2 comentarios:

Esteban C.R. dijo...

buuuuuuh

sugu dijo...

yo también me siento como una olla de presión a punto de estallar.

me he mudado de página, y está muy oculta, ya te la diré por algun privado.

qué bonita eres, por cierto. :)